domingo, junio 24, 2007

Profesor CARLOS FUENTEALBA

EN EL OJO DE LA TORMENTA

Por Enrique Luis Liccardi Sañudo*

Juan Bautista Alberdi en 1880, realizaba un estudio sobre la evolución de la Libertad desde sus orígenes y expresaba que el error más grande fue el de creer que en las antiguas ciudades griegas el hombre disfrutaba de la Libertad. Ni idea tenían de ella.

Revoluciones ulteriores cambiaron las formas de gobierno, pero la naturaleza del Estado quedó casi intacta. Los gobiernos se llamaron sucesivamente monarquía, aristocracia, democracia; pero ninguna de esas formas de gobierno dio a los hombres la verdadera libertad, que es la libertad individual.
Tener derechos políticos, votar, nombrar o elegir representantes, poder ser uno de ellos, es todo lo que se llama libertad, pero el hombre siguió estando avasallado al estado. Pues faltaba la Libertad de la persona, no sólo la libertad exterior de su país, sino la libertad interior que es la independencia de cada persona dentro de su propio país.

A pesar de la anarquía intelectual en que vivimos y la confusión lastimosa de valores, todos debemos entender que la libertad individual es el límite sagrado en que termina la autoridad del Estado. Todos los crímenes contra la libertad del hombre han podido ser cometidos, no sólo legal sino también impunemente en nombre del Estado omnipotente, invocado por un gobierno omnímodo.
Pero si la libertad de la Patria es la independencia respecto de un país extranjero, la libertad del hombre es la independencia respecto de su propio país.

Los argentinos, -últimamente- padecemos de pereza mental. No indagamos las cuestiones de fondo. Nos quedamos en la superficialidad. Nuestra sociedad se rige por la información de los medios de comunicación, que no siempre son veraces y hasta llegan a actuar como disolventes de la moral ciudadana.

La Ley de Financiamiento Educativo establece que la responsabilidad de pagar a los maestros recae en cada provincia. La Ley se basa en las “responsabilidades compartidas”, por lo cual obliga a la acción “conjunta” de la Nación, las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires. La educación es una “responsabilidad compartida”, y es por ello que el Estado nacional debe abstenerse de tomar, -de manera sorpresiva-, decisiones que afecten a las provincias en las áreas educativas de su competencia.

El problema de los salarios docentes es común a la Nación, a las Provincias y a todo el territorio argentino. Esos salarios, aun con las mejoras producidas, son insuficientes y a ello se suma que, en la lucha por la recomposición salarial, puede haber demandas excesivas y beligerantes.
Los sectores sociales afectados por una injusticia tienen el derecho de peticionar ante las autoridades y, en la medida de lo posible, contribuir a la solución pacífica de los conflictos.

Pero también, una vez confrontada con una movilización, las autoridades deben asegurar que las fuerzas del orden eviten los desbordes, sin recurrir a procedimientos represivos propios de regímenes totalitarios, como el que segó la vida de Carlos Fuentealba.

No se entiende que el gobierno nacional crea que los problemas de una provincia afecten sólo al gobierno provincial. Esta es una responsabilidad compartida. Debe establecerse espontáneamente un diálogo productivo que permita consensuar propuestas y construir proyectos comunes a nuestro país. Tenemos que ejercitar la participación democrática mediante el diálogo, no con la confrontación.

La vida del Profesor Carlos Fuentealba es irrecuperable. Lo que queda por hacer es evitar que sea inútil. Para eso, debemos aprender la última lección que nos deja su absurda e injusta muerte.

* Presidente de RECREAR Pinamar

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